El último año que se celebró la Tall Ship Race en España fue en 2016, coincidiendo el 60 aniversario del nacimiento de esta famosa regata. Curiosamente, esta la edición que se iba a celebrar este año hubiese seguido el mismo itinerario que la regata del 2016, esta vez conmemorando la partida de Magallanes y Elcano en este 500 centenario de la primera vuelta al mundo.
Diego Santolaya, un joven madrileño estudiante de Ingeniería Naval, embarcó ese mismo año en el Gulden Leeuw, una goleta holandesa de mas de 50 metros de eslora. A bordo de este famoso velero realizó la última etapa de la Tall Ship Race, atravesando el Golfo de Vizcaya hasta llegar a costas francesas en el Canal de la Mancha.
Diego nos cuenta se experiencia a bordo de un velero clásico durante una de las regatas más famosas del mundo.
¿Qué edad tenías durante el embarque?
Tenía 19 añitos, todo un yogurín.
¿Por qué decidiste embarcarte? Desde pequeño he sido un apasionado de la vela, he navegado tanto en embarcaciones de vela ligera como en barcos mas grandes de crucero desde que tengo uso de razón, y siempre me ha atraído todo lo que tenia que ver con el mar. Los grandes barcos veleros son con los que sueñas de pequeño, y la idea de subir en uno de esos clásicos, navegando como antiguamente... no había duda que era una experiencia que había que probar.
Un compañero y yo buscábamos un viaje en barco clásico desde hace tiempo. Ambos estudiábamos Ingeniería Naval en la universidad y nos atraía mucho la posibilidad de embarcarnos. La verdad es que no fue sencillo y tampoco fue fácil informamos.Con un par de recomendaciones conseguimos unas becas que hicieron muy económica la experiencia.
¿Cómo descubriste el mundo de los tall ships o buques clásicos? La verdad es que conocía la existencia de barcos escuela como El Juan Sebastian Elcano, pero fue mi compañero el que me dijo que existían barcos del estilo que acogían a civiles para participar en regatas. La verdad es que fue bastante complicado acceder y conseguir las plazas para embarcarse, todo se movía por organizaciones extranjeras, pero gracias a un par de cartas de recomendación y mucho insistir conseguimos ambos dos plaza en el mismo barco. La verdad, ahora que lo pienso mi compañero se encargo de la mayoría jajaja, y yo se lo agradezco.
¿Cuánto tiempo estuviste embarcado? 21 días con sus 21 noches, y es que las noches también hay que contarlas porque las guardias pasan factura y había algunas de lo más moviditas. Embarcamos en Lisboa, en Almada para ser mas exactos, y subimos hasta A Coruña participando en la última etapa de la Tall Ship Race. Desde allí atravesamos el golfo de Vizcaya hasta Cherbourgo, un pueblo en el norte de Francia
¿Qué ciudades visitaste? Ademas de Lisboa, A Coruña y Cherbourgo, recuerdo que entramos en un puerto de la Bretaña francesa. Allí pasamos una noche debido a que se levanto muy mal tiempo. No recuerdo el nombre, pero el puerto estaba dentro de una ensenada enorme, rodeada de montañas verdes. Era impresionante. En la bahía había un pueblo pesquero muy pequeño, y el edifico más grande era una especie de lonja. Estaba todo el puerto repleto de pesqueros de colores vivos que contrastaban con nuestra goleta del siglo pasado. De no ser porque ya era de noche, la llegada habría sido increíble. Ahí desembarcamos después de haber estado varios días navegando sin ver tierra y cenamos toda la tripulación en el bar del pueblo. Creo que esa es una de las cosas que mas me atrae de los viajes en barco, que debido a cualquier cosa te ves obligado a cambiar el plan y acabas descubriendo sitios como estos.
¿A qué de dedicabas a bordo? En el barco te dejaban hacer "todo lo que quisieses". Si querías trabajar, había trabajo; si querías descansar, no te ponían mala cara. En mi caso siempre que podía estaba en cocina, el cocinero me caía muy bien, un alemán muy majo con una gran barriga y bigote, era donde más tiempo pasaba al final y sí, tampoco pasaba hambre jajaja.
¿Qué hacías en tu tiempo libre? El barco era bastante grande y teníamos hueco de sobra para estar a nuestro aire. Jugábamos a las cartas, hablabas con los compañeros, aprendías otros idiomas (todo menos insultos, evidentemente), escuchabas música en tu litera... Pero al final, cuando estas en un barco de estos quieres interactuar con él y siempre había algo que hacer: subir a las vergas, tumbarte en el bauprés... Así que tiempo libre recuerdo tener poco.
¿Alguna anécdota a bordo?
Recuerdo que había unos días a la semana en los que se preparaba comida de las distintas nacionalidades. Nosotros intentamos hacer tortilla de patatas, pero terminamos haciéndola en el horno...así que no salió muy bien la cosa, pero todos estaban encantados.
También recuerdo ver ballenas en el Cantábrico mientas íbamos a Francia (esos bichos son enormes, no te haces una idea hasta que ves uno), también vimos delfines cuando salimos de Lisboa, que nos acompañaron un rato, pero sin ninguna duda lo mejor fue el paso por Finisterre.
Mi primera etapa coincide con la última de la Tall Ship Race, y en esta no está permitido el uso de motor (¡solo a vela!). Para llegar a A Coruña teníamos que pasar el cabo de Finisterre y cuando nosotros llegamos había muy mala mar y un viento fuertísimo; pasar aquel cabo en ceñida, con el barco escorado, olas entrando en el barco y los palos crujiendo fue un recuerdo inolvidable. Al llegar a A Coruña nos dijeron que se había roto una vela durante la travesía, y más tarde descubrimos que la mitad de barcos habían pasado la noche en algún puerto y que llegarían un día más tarde. Menos mal que nosotros seguimos adelante, fue increíble.
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